Crónica roja en Avellaneda: trastienda de los graves incidentes del Independiente - "U" de Chile

El partido de Copa Sudamericana ―entre Independiente de Avellaneda y Universidad de Chile― quedó marcado por graves disturbios entre barras. Las fallas del operativo de seguridad y la interna de la hinchada roja fueron determinantes en la barbarie.

Crónica roja en Avellaneda: trastienda de los graves incidentes del Independiente - "U" de Chile

El partido de Copa Sudamericana ―entre Independiente de Avellaneda y Universidad de Chile― quedó marcado por graves disturbios entre barras. Las fallas del operativo de seguridad y la interna de la hinchada roja fueron determinantes en la barbarie.

En el estadio Libertadores de América, la noche de este miércoles terminó en caos. Lo ocurrido no solo expuso escenas de barbarie, también dejó al descubierto un operativo de seguridad plagado de errores. El más evidente: la falta de “pulmones” y barreras de contención en la tribuna Sur alta, destinada a la barra de Universidad de Chile.

Según Infobae, autoridades no intervinieron al iniciar los lanzamientos de proyectiles desde la parcialidad visitante hacia la bandeja inferior. Tampoco permitieron el ingreso de Infantería como refuerzo y, lo más grave, no reaccionaron cuando la barra oficial de Independiente ingresó por la zona de las piletas al sector visitante.

Pero la masacre de Avellaneda tiene raíces más profundas. La barra oficial, con apoyo dirigencial y policial, ocupa la cabecera Norte bajo el nombre “Los Dueños de Avellaneda”. En cambio, en la Sur baja se ubica la facción disidente, en constante disputa de poder. El enfrentamiento interno fue clave en los hechos que dejaron cuatro hinchas chilenos hospitalizados.

Cuando comenzaron los ataques desde la tribuna visitante, la barra oficial no reaccionó. Los agredidos fueron los disidentes y los hinchas comunes del sector, hasta que la violencia escaló. Testigos señalan que la chispa fue el intento de la facción disidente de robar lienzos en la baranda, lo que desató la respuesta desde el público chileno.

Con el clima cada vez más tenso ―ya avanzado el primer tiempo―, la barra disidente decidió moverse hacia la tribuna visitante. Solo dos portones, resguardados por cuatro guardias privados cada uno, los separaban de su objetivo. Así irrumpieron en la Sur alta, casi desalojada, y ejecutaron el plan que se vio en vivo y en directo.

Las imágenes muestran escenas de extrema violencia: hinchas despojados de sus ropas, colgados de barandas y humillados mientras eran grabados para viralizar el ataque. Prácticas que remiten a códigos carcelarios y narcos, y que revelan el nivel de degradación en la interna de las barras bravas no sólo de Independiente, sino de una cantidad importante de clubes de fútbol de alta convocatoria.

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