Este fin de semana, la Generación Z de Perú salió a las calles de Lima y otras regiones contra la Ley Nº 32.123, que cambia el sistema previsional. Entre gases lacrimógenos y denuncias de represión, la bandera de One Piece se transformó en símbolo de rebeldía juvenil.
Este fin de semana, la Generación Z de Perú salió a las calles de Lima y otras regiones contra la Ley Nº 32.123, que cambia el sistema previsional. Entre gases lacrimógenos y denuncias de represión, la bandera de One Piece se transformó en símbolo de rebeldía juvenil.
La reforma del sistema previsional aprobada por el Congreso detonó un estallido social en Perú. La Ley Nº 32123, que restringe los retiros de fondos y obliga a los jóvenes a afiliarse a la ONP o a una AFP, encendió la indignación de la Generación Z, sector que suma casi siete millones de peruanos.
Las protestas comenzaron en Lima y se extendieron a regiones como Piura, Trujillo y Puno. El fin de semana estuvo marcado por disturbios, gases lacrimógenos y denuncias de represión policial. Según brigadas médicas voluntarias, hubo 18 heridos confirmados el sábado y el domingo se desplegaron 5.000 efectivos policiales en el centro de la capital para intentar controlar las manifestaciones.
Uno de los puntos más cuestionados es que los trabajadores independientes deberán aportar de manera obligatoria desde 2028. Además, los afiliados menores de 40 años ya no podrán retirar el 95,5% de su fondo al jubilarse, se elevó la edad para la jubilación anticipada a 55 años y se prohibió el retiro parcial de los ahorros.
El Ejecutivo busca evitar un vaciamiento del sistema tras siete retiros aprobados desde la pandemia. Según el Ministerio de Economía, 2,3 millones de afiliados se quedaron sin fondos y, de autorizarse otro retiro, la cifra podría llegar a 8,6 millones. Aun así, las protestas no se frenaron ni siquiera después de aprobarse un octavo retiro.
En medio de los enfrentamientos, un símbolo inesperado se tomó las marchas: la bandera pirata del animé japonés One Piece. Imagen, que ya ha aparecido en otras protestas ―Nepal, Indonesia, Francia y Filipinas― y se ha convertido en estandarte de los jóvenes peruanos contra la corrupción y la falta de transparencia.
El sábado se registraron algunos de los choques más violentos del año cerca de edificios públicos y del Congreso. Entre los heridos hubo policías, manifestantes y cinco periodistas alcanzados por perdigones y golpes, según brigadistas de salud voluntarios.
La policía calcula que unas 450 personas participaron en los disturbios que dejaron daños en la vía pública. Sin un balance oficial de heridos o detenidos, la crisis sigue en desarrollo y mantiene la presión sobre la presidenta Dina Boluarte y el Congreso.
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