En una nueva edición de Página 13 dedicada al cine, Iván Valenzuela conversó con los columnistas Ascanio Cavallo y Antonio Martínez sobre “Beetlejuice 2”, “Mi primera película” y los 55 años de “La pandilla salvaje” (1969) de Sam Peckinpah.
En una nueva edición de Página 13 dedicada al cine, Iván Valenzuela conversó con los columnistas Ascanio Cavallo y Antonio Martínez sobre “Beetlejuice 2”, “Mi primera película” y los 55 años de “La pandilla salvaje” (1969) de Sam Peckinpah.
En una nueva edición de Página
13 dedicada al cine, Iván Valenzuela conversó con los columnistas Ascanio
Cavallo y Antonio Martínez sobre “Beetlejuice 2”, “Mi primera película” y los
55 años de “La pandilla salvaje” (1969) de Sam Peckinpah.
La continuación directa de la
clásica cinta de Tim Burton de 1988, se centra en Beetlejuice, “un fantasma que
es reclutado para ayudar a rondar una casa”. Martínez señaló que “es una
película que se hace 36 años después de la inicial, sin embargo va a reproducir
los personajes: Michael Keaton como el fantasma, Catherine O'Hara, que era la
madastra y Winona Ryder, que era la hija”.
Agregó que “tiene bastantes
recuerdos de la inicial. En ese sentido, funciona como historia. Tiene la
imaginería tan fértil de Tim Burton, tanto en la realidad como en esta especie
de inframundo donde viven los fantasmas”.
En el caso de “Mi primera
película”, se trata de una joven cineasta que lucha por filmar su primer
largometraje. Sin embargo, la realidad se convierte en ficción, lo que termina
por crear un mito moderno que redefine el acto mismo de la creación. Cavallo
dijo que “la materia de la película, la verdad, no se sabe durante mucho rato.
Porque lo que se registra son las dificultades de filmar”.
En ese sentido, a juicio del
columnista, “la verdad es que no debió ser una película, pero milagrosamente
hacia al final empieza a tomar sentido todo esto”.
Además, los columnistas
comentaron la cinta “La pandilla salvaje”, estrenada en 1969, la cual cumple 55
años. La producción dirigida por Sam Peckinpah se centra en un grupo de
forajidos que busca dar un último golpe mientras las reglas del lejano Oeste
comienzan a desaparecer.
Cavallo la describió como “una
película legendaria, que fue muy celebrada en su tiempo, y que es un western, en
un momento en el que el género estaba en su ocaso, a finales de los 60'”. El
columnista además agregó que “es una película que tiene una cierta violencia
gratuita. Se mata por matar en muchos casos y muchas veces por codicia”. Señaló
también que “tiende a establecer unas comparaciones entre la vida de estos
sujetos, los niños y los insectos. Hay una especie de juego metafórico entre
esas tres cosas”.
Por otra parte, Martínez
profundizó en el estado de dicho género, detallando que, en el caso de las
producciones norteamericanas “es un western que está en los finales, que está
moribundo y que además está al borde de empezar a cuestionar sus propias bases.
El estado de ánimo, de la producción y de las ideas que podían existir en el espagueti
western es opuesto a lo que existía en Estados Unidos”.
A juicio del columnista, “es muy
atractivo ver los años. Porque así como el espagueti western ha asentado las
bases de su apogeo, breve, de cinco a seis años más, el western en Estados
Unidos precisamente está en el periodo contrario. Está terminando el género. Y
en ese sentido, 'La pandilla salvaje' está en esa trizadura. Lo hace ser una
película más atractiva: por los años cuando se da, por el tema, por la edad
incluso de los propios protagonistas y por Sam Peckinpah, desde luego”.
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