Sobre la radiografía de los electores “indiferentes”, a raíz de un análisis de la última encuesta del Centro de Estudios Públicos, Ramón Ulloa conversó con el sociólogo e investigador senior del CEP, Aldo Mascareño, en una nueva edición de Doble Click.
Sobre la radiografía de los electores “indiferentes”, a raíz de un análisis de la última encuesta del Centro de Estudios Públicos, Ramón Ulloa conversó con el sociólogo e investigador senior del CEP, Aldo Mascareño, en una nueva edición de Doble Click.
Sobre la radiografía de los electores “indiferentes”, a raíz de un análisis de la última encuesta del Centro de Estudios Públicos, Ramón Ulloa conversó con el sociólogo e investigador senior del CEP, Aldo Mascareño, en una nueva edición de Doble Click.
En relación a los cambios en la caracterización de los indiferentes a lo largo del tiempo, Mascareño señaló que “siempre han existido, lo que pasa es que ahora son significativamente muchos. En las primeras mediciones que se hicieron en la encuesta CEP, en el año 2008, por ahí, eran cerca de 11% y hoy día estamos en el 33%”. A lo que agregó que “a fines del Gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet había un grupo de indiferentes, de gente que le daba lo mismo que liderara una administración democrática o una autoritaria, y en ese momento podían parecer una cierta anécdota, algo no realmente relevante, porque la preferencia por la democracia era tremendamente dominante, cerca de 60%. Pero hoy día la preferencia por la democracia es 44%, y las curvas se están juntando muy sistemática y constantemente, a lo largo de las mediciones”.
Asimismo, el sociólogo sostuvo que “en los años 90’s se popularizó la formulación del “no estoy ni ahí”, que era justamente de los jóvenes. Hoy día esa frase es una que un indiferente podría decir, efectivamente. Es decir, da lo mismo el Gobierno, de todas maneras mañana yo tengo que trabajar. Pero la significación de esa frase, porque la hemos venido siguiendo a lo largo de harto tiempo, no hay que entenderla en un sentido individualista, de una radical individualidad, tampoco en un sentido de que la gente no quiera trabajar, muy por el contrario. Hay que entenderla en el sentido de que el contexto institucional que la democracia liberal produce no ha sido suficiente para soportar, aguantar o apoyar el esfuerzo que esa gente ha hecho a lo largo de las últimas décadas al menos en subsistir”.
Respecto a las formas de abordar esta situación, Mascareño expresó que “son 3 cosas las conexiones que faltan, según las investigaciones que hemos realizado. Una es la eficiencia, es decir, la rapidez con la cual las instituciones responden frente a circunstancias que estas personas, que ponen todo su énfasis, su vida y esfuerzo en el trabajo, las circunstancias de cada día, una enfermedad o un accidente. La rapidez en la respuesta. La otra es eficacia, que tiene que ver con el logro de los objetivos, de la educación por ejemplo. Y lo tercero es una conexión más bien de tipo emocional, un compromiso con el sentido democrático de las instituciones democráticas, de una comunidad de la república”.
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